Lisa, estampada, larga o corta, las variantes son infinitas; y es que las camisetas son tendencia desde sus inicios. Comodidad, practicidad y versatilidad, todo junto en una misma prenda.
¿Y si les digo que la camiseta ya existía en la edad media? No como la conocemos hoy pero sí que dio sus primeros pasos como prenda interior masculina. Las camisolas en forma de T hechas de algodón o de hilo tejido formaban parte del vestir habitual. Su función era más de protección y se llevaban entre el cuerpo y la prenda superior. Además, sus ventajas eran varias: eran fáciles de lavar y además protegían la higiene de la piel.
Entre los nobles llevar este tipo de prendas limpias e inmaculadas era símbolo de riqueza que otorgaban cierto status dentro del rango social. Primero fueron grandes piezas rectangulares que se alargaban hacia la parte inferior para pasar, en el siglo XIX, a ser más cortas y estrechas. Que la aparición de esta prenda data de largo tiempo, creo que ya no caben dudas.
La camiseta como hoy la conocemos no aparece como por arte de magia. Considerada como prenda de ropa interior aparece por primera vez durante la primera guerra mundial. Su primera aparición es en la Europa de 1913, cuando los soldados estadounidenses, quienes usaban ropa interior de lana, se la descubren a los europeos. Al volver de la guerra, la camiseta se convirtió en una prenda más para usar dentro de la comodidad del hogar.
No es hasta pasada la segunda guerra mundial que esta prenda pasa a formar parte del vestir cotidiano.
A finales de 1930 empresas como Hanes, Fruit of the Loom y Sears comienzan a fabricarlas y ofrecerlas ya no como ropa interior, sino como prenda de vestir. El comercio estadounidense empieza a comercializar camisetas blancas: “camisetas por dentro, camisetas por fuera”. Se ofrecía esta nueva tipología para el deporte, el ocio y como prenda interior. “No hace falta ser soldado para tener tu propia camiseta” proclamaba Sears en 1941.
Pero es durante los años 50 que da el gran salto de la mano de estrellas como James Dean y Marlon Brando. Películas como Rebelde sin causa (1955) inmortalizaron la imagen de Dean con la famosa camiseta blanca. Y fue tan importante esta imagen que la película hoy es considerada no solo cultural, histórica, sino estéticamente significativa.
Es a partir de los 60 cuando la camiseta logra ingresar en el ámbito laboral y se comienza a usar, además, por el género femenino cuando cantantes y actrices de la época comenzaron a llevarlas. El gran desarrollo de la serigrafía de los años 60 permite una producción masiva, rápida y económica. La camiseta se convierte en un medio a través del cual plasmar mensajes tanto políticos, publicitarios, humorísticos o simplemente decorativos.
Otro paso importante fue el que se da una década más tarde, cuando la camiseta pasa a ser unisex y forma una alianza, hasta hoy casi inseparable, con la serigrafía. La primera camiseta con un mensaje impreso fue realizada para una campaña estadounidense en 1948. La prenda ya no es un objeto de consumo en sí, sino que además se convierte en un nuevo artículo de marketing.
Lo interesante de esta prenda, como tantas otras, es el estatus de lujo que logran tener al ser presentadas en diversos desfiles de diseñadores de renombre. Grandes firmas como Yves Saint Laurent, Dior, Lacoste, Calvin Klein han apostado por esta prenda esencial combinándola con diseños exclusivos. En este sentido, la camiseta pasa de ropa interior a prenda de lujo.
Como el jeans, la camiseta se transformó en un ícono de la democratización de la moda. Su accesibilidad, practicidad y comodidad son indiscutibles. Además, la gran variedad de modelos nos permite crear diversos looks y combinarlas tanto para un outfit de día como de noche.
Nota: De ropa interior a prenda de lujo.
Para volver al home aquí